En los últimos tres años la crisis en Venezuela pasó de castaño a oscuro.
Son los tres años que he estado como corresponsal, durante los cuales he intentando salir del país con frecuencia; para darme un aire, sí, pero también para ver la realidad con otra perspectiva.
Cada vez que lo hago me encuentro con las preguntas de mi familia, de mis colegas, sobre si todo es realmente tan grave, tan catastrófico, como se reporta en los medios de comunicación.
Empiezan con «¿estás comiendo?», pasan por «¿el gobierno te censura?» y terminan en «¿tienes escoltas?»
En medio de la polarización y la politización, muchas de esas preguntas están basadas en impresiones exageradas sobre lo que pasa en un país que fue rico y ahora es pobre y nadie parece entender cómo pasó eso, entre muchos otros acertijos.
En esas conversaciones he identificado cinco mitos que parecen estar enquistados en la opinión de muchos sobre Venezuela.
1. «En Venezuela hay una hambruna»
En algunas zonas de Venezuela se pasa hambre, pero no el grueso de la población.
El 90% de los venezolanos dijeron en 2015 a la encuesta Encovi que están comiendo menos y de peor calidad.
Y este 2016 la crisis alimentaria solo se ha profundizado; se ven más colas y se reportan más desnutridos y más gente comiendo dos o menos veces al día.
Pero eso no es una hambruna, tal como la define el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas: que al menos 20% de los hogares sufran escasez severa; que la malnutrición sea de más del 30% y que al día mueran 2 personas por cada 10.000.
Veamos.
Según Datanálisis, la encuestadora más citada en este aspecto, la escasez en hogares es del 43%, pero se trata de productos básicos como arroz, harina o leche.
Y por muy costosos que sean, los venezolanos tienen frutas y verduras disponibles en cada esquina.
Según la Fundación Bengoa, especialista en este tema, la desnutrición está entre el 20 y el 25%.
Pero dos muertes al día por cada 10.000 habitantes no parece factible en este momento.
Los números más severos que se han reportado en este aspecto los dio la oposición en junio: 28 muertes al día por desnutrición.
Pero según la ONU, una hambruna en Venezuela, donde hay 30 millones de habitantes, implicaría 6.000 muertes al día por desnutrición.
Los expertos venezolanos coinciden en que lo que ocurre acá no es lo mismo de Etiopía en los 80 o Corea del Norte en los 90.
Pero más de uno me ha dicho que «pero ojo que estamos al borde de una hambruna».
2. «Venezuela es igual a Cuba»
En general, tres elementos permiten argumentar que «Venezuela se cubanizó», como dicen algunos: las colas para comprar productos racionados, la dualidad de la economía y la militarización del gobierno (donde la inteligencia y el gobierno cubanos ejercen cierta influencia).
Pero hasta ahí se puede hacer la comparación.
Venezuela es un país capitalista donde el sector privado tiene cierta actividad pese a las restricciones y expropiaciones del Estado, que adquiere cada vez más control sobre la economía. En Cuba el sector privado es mínimo.
Acá el internet es el más lento de la región, pero casi todos tenemos conexión con acceso a Facebook, Netflix y medios internacionales críticos del gobierno. En Cuba no.
McDonald’s -del que no hay en Cuba- tiene problemas para importar papas fritas, pero ahí está, lleno de gente comiendo helado los domingos.
En Zara o Bershka no hay ropa o está impagable, pero ahí están, en un centro comercial enorme del que los cubanos no tienen ni una versión pequeña.
Los carros último modelo ya solo se venden en dólares, pero hay gente que los compra. Y se ven por las calles. En Cuba, solo en películas de Hollywood.
Acá hay bancos españoles y estadounidenses, sucursales de las multinacionales más importantes del mundo y medios de comunicación independientes del mundo entero. No en Cuba.
Además, Venezuela es un país petrolero con enormes reservas de crudo y no es una isla, dos elementos determinantes de su condición que por muy trágica que se ponga va a generar situaciones que no pueden ocurrir en Cuba: piensen, por ejemplo, en el contrabando fronterizo.
3. «Venezuela es una dictadura»
Es un debate que lleva algunos años: si en Venezuela hay una «dictadura moderna» o un «régimen híbrido».
Pero son pocos los expertos, acá y en el exterior, que hablan de una dictadura tradicional.
Primero, dicen, porque acá hay oposición, por mucho que a los opositores les quiten los recursos de gobierno, los encarcelen o les impidan ejercer sus derechos políticos.
Y hay elecciones, aunque le quiten el poder a la Asamblea Nacional, elegida con votos, cuando es controlada por la oposición.
Segundo, la prensa independiente en Venezuela tiene problemas para importar papel periódico, es comprada por empresas anónimas cercanas al gobierno y tiene a muchos de sus periodistas enjuiciados o en la cárcel misma. Pero periodismo opositor hay.
Algunos venezolanos dicen que los indicios de democracia son «la fachada del régimen» venezolano.
Y no cabe duda: si hay pocos analistas que hablan de dictadura, también solo la minoría reconoce una democracia con todas las letras.
4. «Todo el mundo odia a Maduro»
Hay gente en el exterior que ve las declaraciones de Maduro y se pregunta «¿pero por qué no lo tumban?» «¿Quién quiere a ese tipo?»
Según diferentes encuestas, Maduro tiene entre 20 y 30% de apoyo.
He hablado con venezolanos que se consideran chavistas, que dicen apoyar a Maduro en esas encuestas, pero cuando apago la grabadora se desahogan con una serie de insultos contra el presidente.
Es gente que el sentimiento de agradecimiento por los beneficios sociales del pasado le impide criticar al gobierno abiertamente.
O gente que le da miedo perder la casa, la pensión o el bono de alimentación que le dan.
También hay miles de venezolanos que están «enchufaos», como dicen acá en referencia a la red de corrupción que se beneficia económicamente del gobierno.
En todo caso, 30% de apoyo es más de lo que tienen en estos días los presidentes de Brasil, Chile o Colombia.
Algunos dicen que el chavismo está en fase terminal, pero Chávez sigue registrando 60% de aprobación, por lo que es difícil pensar en el fin del chavismo por muy aguda que sea la crisis.
5. «No se puede salir a la calle»
La delincuencia rampante y el miedo que ésta genera ha hecho que algunos prefiramos ver una película en la casa a salir a un bar por la noche.
Pero aún hay muchos, no solo en Caracas, sino en todo el país, que salen a las discotecas, bares y restaurantes.
Paradójicamente, en el lugar donde hay más homicidios, los barrios populares, la noche es tan activa como en cualquier ciudad, pero en los sectores de clase media y alta las calles se quedan bastante desiertas después de las 9 pm.
En Venezuela hay que tener bajo perfil, no hablar por celular ni sacar una cámara en la calle. Entre más viejo sea el carro o la ropa que uno use, mejor.
Tener escoltas o un carro blindado puede ser, a veces, contraproducente.
Pese a esto, los centros de las ciudades y pueblos son durante el día tan o más bulliciosos, folclóricos y divertidos que en cualquier otro lugar de América Latina.
Las calles venezolanas son castañas, oscuras, verdes, amarrillas, rojas, azules. Acá, al menos durante el día, lo que hay es vida.
Miguel Rosero, editor de la revista impresa y online Eventos En Red. Profesional de la comunicación y la tecnología.