Hablamos de una patología tan unida a los más dormilones que uno puede llegar a pensar que viene de fábrica, pero nada más lejos de la realidad. Es una enfermedad que, generalmente, se adquiere con el tiempo y su primer síntoma es el tiempo que tardamos en desperezarnos.
¿Más de 30 minutos para salir de la cama desde que nos despertamos? Puede ser el primer síntoma de la dysania.
La enfermedad puede presentarse por diversas causas, desde un trastorno del sueño prolongado y repetido con frecuencia, hasta por estados emocionales canalizados de forma incorrecta. Así que sí, podemos decir que está relacionado con motivos psicológicos, no la enfermedad en sí, sino la imposibilidad de enfrentarnos al mundo exterior.
El problema, que puede ser físico o emocional, deja entrever que algo está pasando en el cuerpo. De ahí que otro de los síntoma de la dysania sea el mal humor y la irritabilidad de la persona al despertar y saber que tiene escasos minutos para salir de la cama y comenzar, un día más, su rutina.
Más que de una cuestión genética o de que uno sea meramente un dormilón, esta patología debe estar enfocada a las razones ya manifestadas. Además, suele verse bien reflejada en los días de descanso: si al día siguiente no hay responsabilidades fuera de la cama, como un trabajo o situación generadora de estrés, y la imposibilidad de despertarse sigue siendo la misma, conviene estar alerta, ya que el tiempo estimado por los médicos para despertarse y ponerse en movimiento es de diez minutos. Los necesarios para que el cerebro se active.
Miguel Rosero, editor de la revista impresa y online Eventos En Red. Profesional de la comunicación y la tecnología.