Aquí están las fotos más esperadas de la estrella de Internet: Chamita Cheer. También conocida como Epa Colombia.
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Por: Luis Fernando Afanador
Llego al almacén Jeans Kevin’s Straus, frente al Cami de Chircales, en Ciudad Bochica, Sur. Atravieso las vitrinas, guiado por una muchacha que me lleva hasta una pequeña habitación donde espero a Daneidy Barrera Rojas, Chamita Cheer, más conocida como Epa Colombia. Allí, en ese almacén que también es casa, vive ella con sus padres venezolanos y sus hermanos. A los pocos minutos aparece con una sonora carcajada y me dice, a manera de saludo: “¡Hola! Aquí, triunfando”. No hay duda: tiene carisma y una gran personalidad que la ha hecho resistente al matoneo. Porque, en realidad, lo que la hizo famosa fue un acto de matoneo.
Daneidy era hasta el año pasado, a sus 19 años, una estudiante de Entrenamiento Deportivo del Sena y una porrista que iba al gimnasio y a fiestas cada ocho días con sus amigas. Le gustaba hacer videos que colgaba en Instagram y que veían unos cuantos seguidores: “Me encantaba grabarme, oír a la gente, hacer la payasada. A mí casi nadie me miraba, pero yo le pedía mucho a Dios que quería ser una figura pública, que todo mundo viera mis videos. Yo sentía que tenía la gracia”. En plena Copa América, antes del partido de Colombia contra Chile, se le ocurrió animar a la Selección a la manera del Ras tas tas y de los que cantaban “epa Colombia”. Le pidió a su mamá que le comprara una camiseta blanca de la Selección y, jugando con el estribillo “epa la arepa, epa el chorizo”, que coreaban los de la comunidad LGBTI que ella conocía, hizo su video, lo colgó esa noche y lo vieron las mismas 50 personas, sus amigos y gente del Sena. El celular se descargó —“tenía un perro de celular”— y se acostó a dormir. Al otro día, cuando llegó a estudiar, le dijeron: “Amiga, le están pegando una boleteada, el Brayan y el Esneider”. El Brayan es un tuitero con miles de seguidores que compartió su video, y para Daneidy eso fue lo que lo volvió viral. Sin darse cuenta, le había cambiado la vida. La burla a “la guisa de la Selección” empezó a crecer. A los pocos días ya tenía 120.000 seguidores. Su página “se congestionó”, le hicieron memes, canciones de electrónica y la invitaron a Día a día, de Caracol Televisión: subió a 200.000. Luego, llegó al millón y se convirtió en uno de los videos más vistos en Colombia en 2016. Pero no todo fueron rosas: cuando iba por los 150.000 seguidores le hackearon la cuenta; abrió otra y la volvieron a hackear: “Al principio me hacían mucho bullying, iba a una discoteca y la gente me tiraba botellas, me pegaban chicles, era terrible, decían: ‘Esta guisa de mierda por qué pasa por los canales, cómo la vuelven famosa porque cantó Epa Colombia, hace quedar mal a las mujeres’”. Sí, no fue fácil: “La gente me decía: ‘Se le acabaron los 15 minutos de fama. Se pasa la Copa América y esa niña no es nada, es una valija ante el mundo’”.
Chamita Cheer —Chamita porque a su papá le decían Chamo y Cheer, por su actividad de porrista— no se doblegó; al contrario, se fortaleció con las críticas. Consciente de que el video de Epa Colombia ya iba a empezar a aburrir, decidió trabajar más duro. Hacía dos o tres videos diarios. Videos divertidos, con entrevistas, con otros temas. Aprovechó la fama para vender publicidad: “Antes no sabía hacer publicidad y ahora la hago, y la gente vuelve a pautar conmigo. Yo le hago una publicidad en una semana y le consigo más seguidores. Eso es lo que hago”. Entiende que si divierte a la gente, le salen más contratos, la llaman: “‘Huy, usted debería animarme una fiesta’, me dicen; yo voy: ‘Llegó la Epa Colombia’; mando al vecino por una botella de whisky, la rifamos, se la damos al que mejor baile; tengo una creatividad muy grande”. La siguen criticando, se burlan de su ropa —“¿por qué no compra ropa de Zara, si es famosa?”—, aunque ya es distinto, como si finalmente le hubieran perdonado su fama: “No, la china se ha superado, dejémosla quieta”.
Pero la fama se acaba y la publicidad no siempre está buena, hay semanas que no se vende nada. Chamita ya tiene un plan B para cuando llegue ese momento: “El día que se me empiece a acabar la fama, yo ya tengo mi plante; voy a empezar a manejar pastillas para bajar de peso en 15 días. Ya invertí bastante dinero; tengo los testimonios, mi mamá, una amiga que ha bajado de peso, yo tengo cómo demostrar que hay gente que sí ha bajado de peso; yo no, yo soy flaca, ¿yo cómo voy a decir que estaba gorda y a colocarlo en las redes sociales? Si se me acaba la fama, que se acabe la fama, yo ya voy a empezar con eso. Que nunca se me acabe el plante, porque la gente no me va a dar de comer. Con mis pastillas, eso sí me va dar de comer”.
¿Qué extraña de su vida anterior?, le pregunto: “No extraño nada. O sea: mi vida antes era terrible. Me la pasaba farreando, sacándoles plata a los hombres, casi no tenía dinero, no tenía trabajo. Iba a las discotecas y decía: ‘Amigo, ¿va a gastar la botella para pagar la mensualidad de porras?’; entonces, nosotras les hacíamos eso a los hombres. No extraño nada de esa vida porque esa vida era una ruina, la plata que uno recibía se la gastaba así mismito. No extraño nada de mi vida de antes”. ¿No extraña a sus viejos amigos?, insisto: “No, a los amigos que antes me la pasaba les gustaba mucho robarle a la gente, paviarla. Si Dios me cambió la vida con este mundo de la fama, ¿por qué seguir en lo pasado y por qué no conseguir gente que está más arriba y que lo puede a uno subir, montar, enseñarle cosas mejores? Encontré el mejor camino del mundo, porque encontré personas maravillosas que me ayudan, que me dicen ‘esto está superbueno’”.
¿La han matoneado por ser lesbiana? “No, para nada. La gente me dice que la lesbiana, que no sé qué, pero no”. ¿Siempre le gustaron las mujeres? “Al principio tuve muchos novios. Estaba en el Sena y una niña me caía mucho, yo decía no, ella es superhombre, ‘usted es muy machorra, váyase de acá’, terrible. Pero después ya, me empezó a gustar”. ¿Y su familia cómo lo tomó? “Mi mamá me decía que eso no era de Dios, pero si uno es de Dios, Dios está para ayudarlo a uno, no para cambiarlo ni criticarlo. Yo no muestro mi vida así muy abierta, por ahí unos videos payaseando. ¿Tomarse fotos? Eso es vida privada, lo que uno es acá y lo que es en las redes sociales”.
¿Qué sueños le quedan? “Quería conocer Santa Marta y ya fui. Quería ser famosa y vea, ya lo soy. Quería cantar y ya he sacado tres canciones. Quería salir en SoHo y cuando me llamaron yo me quería morir. Nunca me habían tomado una foto profesional. Me sentí muy feliz, me sentí toda una modelo, divina. Me falta conocer Cancún y llegar a ser comediante. Me gusta hacer reír a la gente. Me encanta, me encanta mucho”.
Vía: Soho.
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Miguel Rosero, editor de la revista impresa y online Eventos En Red. Profesional de la comunicación y la tecnología.