El proyecto de ley ha recibido el visto bueno definitivo tras casi dos años de debates parlamentarios, donde la derecha ha intentado frenarlo.
Ahora sí. Casi dos años después de su presentación, la Asamblea Nacional francesa ha dado este martes su aprobación definitiva al proyecto de ley bioética que abre la puerta a la reproducción asistida a las parejas lesbianas y a las mujeres solas en las mismas condiciones en que lo podían hacer hasta ahora las parejas heterosexuales. La normativa, considerada la principal —y casi única— medida social del quinquenio de Emmanuel Macron, ha sido aprobada por 326 votos a favor, 115 en contra y 42 abstenciones, tras un largo recorrido parlamentario donde se vio reiteradamente frenada a su llegada al Senado, de mayoría conservadora.
El Gobierno ha celebrado una ley que ha prometido tener lista lo antes posible para “que los primeros bebés puedan ser concebidos antes de que acabe 2021”, según ha dicho el ministro de Sanidad, Olivier Véran, aunque su implementación podría retrasarse algunas semanas si diputados conservadores interponen un recurso ante el Consejo Constitucional, advirtió la emisora Franceinfo.
A pesar de ello, el presidente del grupo parlamentario macronista en la Asamblea Nacional, Christophe Castaner, ha calificado de “día histórico” esta jornada, celebrada en plena conmemoración del Orgullo Gay, “no solo para las mujeres, sino para todos los que aman la igualdad y por todos aquellos que luchan para que todo el mundo tenga los mismos derechos”. Sin embargo, la nueva ley no está totalmente abierta para todos: desde muy temprano en su debate, se excluyó la posibilidad de que la reproducción asistida —y reembolsada por la Seguridad Social para todas las mujeres hasta los 43 años, según el límite de edad actual— se extienda también a las personas transgénero, algo que los colectivos LGTBI+ han lamentado desde que comenzaron las largas discusiones de la normativa.
La principal medida de la que en breve será ley en Francia es el artículo 1, que establece que “toda pareja formada por un hombre y una mujer o por dos mujeres, o toda mujer no casada, tendrá acceso a la asistencia médica para la procreación” y que dicho acceso “no pude ser objeto de diferencia alguna de trato, especialmente en referencia a su situación matrimonial o por la orientación sexual de los demandantes”. Hasta ahora, las mujeres lesbianas o solteras que querían tener un hijo por reproducción asistida se veían obligadas a viajar a otros países, como España, para ser inseminadas. La “PMA para todos”, como se llama el proceso de reproducción asistida en Francia, era una promesa de campaña de Macron, aunque su implementación se ha visto torpedeada por la oposición de los partidos conservadores pese a que la medida goza de un amplio apoyo social: el 67% de los franceses son favorables, según una reciente encuesta del instituto Ifop.
La derecha se había opuesto a la normativa afirmando que abrir la reproducción asistida a mujeres lesbianas y solas suponía ceder ante una sociedad guiada por el “deseo individual” sin tener en cuenta el “interés superior del niño”, recordó la Agencia France Presse. Otro de los argumentos en contra ha sido la afirmación de que esta ley abrirá la puerta a la legalización de los vientres de alquiler en Francia, algo que el Gobierno ha negado tajantemente, afirmando que eso es una “línea roja” que no se cruzará.
El debate sobre la reproducción asistida abierta a todas las mujeres —que pese a haber provocado protestas de grupos conservadores estos años no ha logrado movilizar en su contra de forma tan masiva como provocó en el anterior mandato del socialista François Hollande el matrimonio homosexual— ha ocultado otras medidas clave de esta ley. Entre otros, la ley de bioética permite a todas las mujeres congelar sus óvulos sin que, como hasta ahora, sea necesario esgrimir una justificación médica (una enfermedad o una intervención que pueda poner en riesgo la fertilidad de la mujer).
Con vistas a las parejas lesbianas, la ley también prevé un un “nuevo modo de filiación” basado en una “declaración anticipada de voluntad” que habrá que firmar ante notario antes del nacimiento del bebé. Este documento permitirá, según había adelantado el Gobierno, que los dos miembros de la pareja se conviertan “juntas, desde el nacimiento, en las madres del bebé nacido del procedimiento de reproducción asistida al que ambas han consentido también de manera conjunta”. Hasta ahora, solo la mujer que da a luz al bebé es considerada la madre y la otra mujer debe adoptar oficialmente al menor.
La nueva ley también pone fin al anonimato de los donantes de esperma, aunque solo para los niños nacidos por este procedimiento que, al llegar a la mayoría de edad, podrán conocer la identidad del donante. Sin embargo, sigue prohibido que el donante elija la pareja a la que quiera donar su esperma o que esta pueda elegir un donante concreto.
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