Gestionar repartos sin tener en nómina a un solo repartidor: bienvenidos al trabajo 3.0

Líderes

 

Miguel Rosero, editor de la revista impresa y online Eventos En Red. Profesional de la comunicación y la tecnología.
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«¿Que si me ha merecido la pena ser rider? Obviamente no». Siete meses duró Daniel Gutiérrez a los mandos de su moto entregando comida a domicilio. Lo hacía en Deliveroo, una de las nuevas plataformas digitales de reparto. Y no fue, precisamente, la experiencia de su vida. «Es uno de los trabajos más precarios que existen. Ni salario, ni vacaciones, ni baja por enfermedad, ni formación, ni asciendes… el futuro laboral de un rider no existe».

A sus 25 años, este técnico superior de Sonido de formación aparcó su moto y dijo basta. El dinero que ganaba no le compensaba. «El pilar en el que se sustentan todas estas empresas es la explotación a la que someten a sus trabajadores», dice este barcelonés que no solo se ha quedado la caja de reparto («no me han devuelto la fianza que pagué por ella»), sino que ha acudido a los tribunales para denunciar a la empresa.

Cuando Daniel habla de «todas estas empresas», se refiere a las plataformas de reparto a domicilio cuyo logo circula por nuestras calles en grandes cajas a lomos de ciclistas y moteros. Es Deliveroo, es UberEats, es Jin, es Glovo, es Stuart. Son nuevas compañías que navegan la ola de la nueva economía digital, que ofrecen empleo flexible y por horas en un fenómeno apodado uberización —por analogía con Uber, una de las empresas introductoras de esta nueva economía— pero que, según sus críticos, dañan derechos laborales.

La cara oscura, protestan los sindicatos, es que se aceptan estos empleos ante la falta de alternativas. Son contingent workers, autónomos usados a destajo bajo contrato mercantil y que ahorran a las empresas un salario en convenio, las cotizaciones sociales, las indemnizaciones por despido y los días de vacaciones.

«Todo esto rompe el mercado de trabajo», explica a 20minutos Eduardo Abad, secretario general de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA). «Tampoco hay una vinculación contractual que concilie la vida profesional y familiar. Y es una temeridad vial que un comerciante, un fontanero, tras su jornada de 12 horas, coja un volante dos más para repartir, solo porque tenga necesidades económicas».

Es la expresión más repetida por los trabajadores del sector. Necesidad económica. La mayoría de los riders son jóvenes, pero Daniel tenía compañeros que eran padres de familia y buscaban un ingreso extra a su otro trabajo precario. «Trabajaban toda la semana y cuando llegaba el fin de semana, en vez de disfrutar de los hijos, se subían a la bici para llevar más dinero a casa».

Empresas de reparto… sin repartidores en plantilla

Y es que la precariedad del mercado laboral es el imán de estos empleos. «Al mayor acceso a servicios para los ciudadanos, se contrapone un coste social para la clases trabajadoras menos cualificadas», dijo el experto Trebor Scholz en un reciente ensayo sobre economía colaborativapublicado por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Es decir, que la supuestamente preciada flexibilidad laboral acaba dirigiéndose a los más desprotegidos.

Las entregas con freelancers, eso sí, ofrecen más beneficio por pedido respecto al reparto tradicional. Por eso Abad acusa a Amazon de hacer «dumping de precios» con este nuevo servicio de reparto en coches particulares y autónomos que intenta, dice, arrebatar la ‘última milla’ logística a las MRW, DHL o Seur; tres firmas que, según este dirigente sindical, «sí cumplen la ley de transporte de mercancías fraccionadas».

Volvamos el caso de Deliveroo, una empresa dedicada al reparto que, curiosamente, no tiene ni un repartidor en nómina. El 84% de sus riders son ‘autónomos dependientes’ (Trade) y el resto son autónomos estándar. «Gestionamos repartos, para eso no es necesario tenerlos en nómina», argumenta Diana Morato, directora general de Deliveroo España [ver entrevista completa]. «Es un contrato de prestación de servicios, no hay jornadas, los repartidores se conectan cuando y donde quieren y las horas que consideran», afirma por su parte un portavoz de UberEats.

El pacto es este. Los riders ponen su bici o su moto, pagan sus cotizaciones, responden de los incidentes de tráfico y no ven un euro si no tienen pedidos, si cogen vacaciones o sufren una enfermedad. Además, la tarifa y los clientes no los escoge el repartidor, sino la empresa. De ahí que los sindicatos estimen que se trata de «falsos autónomos» que esconden, en realidad, a repartidores por cuenta ajena.

Deliveroo defiende que son autónomos, que eligen sus franjas de trabajo, que deciden sus propias rutas y que pueden trabajar a la vez para otras plataformas de reparto. Pero Daniel califica de «mito» eso de que puedan planificar su propio trabajo. «No te obligan a estar en picos nocturnos del fin de semana, pero de algún modo te imponen ese horario ya que, si no te activas en esa franja, te ponen la cruz y te asignan menos pedidos».

Los repartidores se movilizan en los juzgados

De momento los repartidores han empezado a asociarse y a moverse en los tribunales. Los ridersde Deliveroo se pusieron en huelga en julio para exigir un mínimo de horas (20 semanales) y de entregas. «Antes ganaba 8 € por hora que se quedaban en 5 € netos al restar IRPF, IVA, gasolina y autónomos. Cobraba esa tarifa incluso en franjas flojas. Pero la empresa cambió el sistema y ahora se cobra por pedido; si no hay entregas, no cobras», dice Daniel. En el sector se paga aproximadamente 4 euros por pedido, en función de si se realiza en bici o en moto, de las condiciones de lluvia, distancia o franja.

Él se negó a firmar el contrato Trade que la empresa le ofreció en agosto. «Para ser autónomo dependiente, el 75% de tus ingresos procede de un solo pagador, y con las condiciones laborales que ofrecen no tienen derecho a pedirte exclusividad», protesta. Daniel fue «desconectado» de la app, como se dice en la jerga del sector. Dejó de recibir pedidos. Así que acudió a los tribunales junto a otros en la misma situación.

Daniel Gutiérrez, exrepartidor de Deliveroo (FOTO: MIQUEL TAVERNA)

«Éramos falsos autónomos de manual, teníamos una relación laboral directa y queremos que se nos reconozca», dice Daniel, que considera que sus despidos estaban injustificados. «Si la justicia nos da la razón, se creará un precedente, se tendrá que regularizar a los riders y deberán incluirlos en el Régimen General de la Seguridad Social».

El objetivo de su demanda, dice, es dignificar un trabajo que no está dignificado. «La gente se hace rider por necesidad, no por hacer ejercicio ni porque le guste la bici. Decir eso es un insulto a quien se juega la vida entre el tráfico, subiendo cuestas, sufriendo la lluvia… y por 680 € brutos al mes, que es lo que cobraba en el mejor mes».

Daniel ha creado con otros compañeros Riders por Derechos, una plataforma presente en Madrid, Barcelona, Zaragoza y València que asesora a los repartidores. No es la única iniciativa de ayuda. El sindicato UGT ha lanzado Tu respuesta sindical, una web de «reivindicación, organización y denuncia» para los afectados.

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