La NASA ha anunciado este jueves el lanzamiento en 2026 de un dron de última generación que se posará en Titán, el satélite más grande de Saturno y considerado análogo a la Tierra primitiva, por lo que se espera que aporte información sobre el origen de la vida en la Tierra. El dispositivo volador autónomo es el Dragonfly (libélula en inglés), que tiene previsto ejecutar el aterrizaje en 2034 y comenzar a enviar información que será recogida por instalaciones espaciales de España, Estados Unidos y Australia.
Dragonfly contará con ocho rotores dispuesto de forma pareada con los que se irá desplazando durante casi tres años por la superficie de Titán, con paradas en las dunas y en un cráter donde se esperan encontrar vestigios de agua líquida y elementos orgánicos complejos, según ha informado la agencia espacial norteamericana. La instrumentación del sofisticado dron incorpora dispositivos para analizar la superficie y la atmósfera de Titán, así como evidencias químicas de vida.
La zona de aterrizaje óptima, según los datos aportados por la sonda Cassini, son las dunas al norte del ecuador del satélite, similares a las existentes en Namibia. Los vuelos del Dragonfly serán de entre cinco y ocho kilómetros de distancia y recorrerán un total de 175 kilómetros (casi el doble de la longitud abarcada por todos los vehículos en Marte hasta la fecha). Tienen como destino el cráter Selk, donde la NASA afirma que existen evidencias de que existió agua líquida, sustancias orgánicas y las moléculas complejas de carbono combinadas con hidrógeno, oxígeno y nitrógeno que “conforman la receta de la vida”, según el comunicado de la agencia.
El Dragonfly será diseñado para soportar temperaturas de 179 grados centígrados bajo cero y una presión superficial un 50% mayor que la de la Tierra. Tras ser lanzado en 2026, sobrevolará la Tierra dos veces para ganar velocidad y llegar a Titán ocho años después. Un sistema de paracaídas lo llevarán hasta un kilómetro de la superficie y, desde esa altura, y con tecnología autónoma, buscará un lugar de aterrizaje. Para ello aprovechará la tecnología y experiencia desarrollada para los drones actuales.
Las señales de radio que emita desde su antena telescópica tardarán más de una hora en llegar a la Red de Espacio Profundo de la NASA en California, Robledo de Chavela, a 60 kilómetros al oeste de Madrid, y Australia sin necesidad de utilizar satélites intermedios. Los ocho rotores, de un metro de diámetro cada uno, pueden mantener el vuelo incluso en el caso de fallo de alguno de ellos.
Como Titán se encuentra 10 veces más lejos del Sol que la Tierra, la NASA no ha contado con la energía solar para alimentar al Dragonfly, que dispondrá de un generador que aprovechará el calor de un dispositivo radiactivo con cuatro kilogramos de plutonio para generar la electricidad con la que se alimentarán las baterías de los rotores. La densidad de la atmósfera (cuatro veces superior a la de la Tierra) y la baja gravedad permitirá al dron volar con un 40% menos de potencia de la que precisa en la Tierra.
Además, el Dragonfly llevará un sismómetro para escuchar posibles movimientos de Titán y determinar el espesor de la capa de hielo. También dispondrá de instrumentos meteorológicos y cámaras.
Un generador de neutrones servirá para determinar las concentraciones de carbono, nitrógeno, hidrógeno y oxígeno gracias a dos espectrómetros. Una succionadora recogerá muestras de las perforaciones que se lleven a cabo para ser examinadas y buscar indicios de vida.
Miguel Rosero, editor de la revista impresa y online Eventos En Red. Profesional de la comunicación y la tecnología.