Las máquinas expendedoras son cada vez menos relevantes debido al avance de la inteligencia artificial y el delivery. A pesar de esto, la dispersión geográfica de estas máquinas sigue siendo amplia en países como Italia, donde incluso se venden cervezas y tabaco a través de ellas.
En Madrid, hay algunas máquinas expendedoras únicas que todavía pueden ser útiles para satisfacer necesidades urgentes. En resumen, aunque su relevancia ha disminuido, la desaparición de las máquinas expendedoras parece improbable.
Pero, ¿qué hay de un cachopo, un algodón de azúcar o una pizza a las 5 AM? ¿También eso es necesario? Hay quien piensa que sí y por eso Madrid reúne máquinas expendedoras que son rarezas en sí mismas: obras dignas de estudio en las carreras de antropología de dentro de ciento cincuenta años.
Una máquina expendedora de pizzas abierta las 24h suena a algo que te gustaría encontrar de madrugada para calmar el hambre que siempre aparece tras una noche de fiesta. Y, sin duda, es algo que también tuvieron que pensar los ideólogos de Pizzodromo cuando decidieron colocar el invento en las inmediaciones de Moncloa, zona universitaria.
Por 8,50€ (o por 8,30€ si te la llevas congelada a casa) puedes probar alguna de sus pizzas (campesina, barbacoa, pollo, 4 quesos…) que se hacen en 3 minutos y, aunque no sean las mejores que hayas probado en tu vida, son sin duda un recurso de emergencia.
Calle de Hilarión Eslava, 38 (Moncloa)
Algodón de azúcar
¿Cuánto tiempo hace falta para transportarte a tu niñez o a un día de feria? A esta máquina de Príncipe Pío le basta apenas un minuto: eso es lo que tarda Colorín en hacer un algodón de azúcar. Por cinco euros esta máquina prepara algodón de azúcar de cuatro sabores diferentes, a elegir entre fresa, frambuesa, manzana o nube. Y además del sabor, se puede escoger también darle diferentes formas al dulce, como la de flor, la de corazón o la de mariposa.
Centro Comercial de Príncipe Pío (paseo de la Florida, 2)
Las flores de Bravo Murillo
¿Quién, además del protagonista de la sitcom de turno, necesita un ramo de flores inmediatamente a una hora intempestiva? Esa es la primera pregunta que debieron hacerse los propietarios de la floristería Jardín cuando se debatían entre poner una máquina de vending a la entrada de su local.
Los ramos tienen un precio de 10€ (nada caros, honestamente) y puedes elegirlos introduciendo el clásico combo de letra y número. Como si estuvieras escogiendo entre KitKat y Oreo y no entre salvar tu relación (o no) por haber olvidado un aniversario, un San Valentín o la efeméride correspondiente.
Calle de Bravo Murillo, 37 (Quevedo)
The Wine Shop
No es una máquina: es un transformer.
Ahora en serio: ni ellos mismos se definen como máquina expendedora (aunque es tentador pensarlo en esos términos). En palabras de la biografía del Instagram de The Wine Shop es: “la primera cava automática refrigerada en altura del mundo”.
Dicho de otra forma: para salvar el poquito espacio que tenían, hicieron un armatoste de cinco metros de altura al que tiene acceso el camarero en cuestión para llegar a alguna de las doscientas referencias de vino que tienen almacenadas, tal y como cuentan los ideólogos en una entrevista con Telemadrid.
Las que ya no están
Lingotes de oro
Durante un (breve) período de tiempo, Madrid contó con una máquina expendedora de lingotes de oro. Se encontraba en el vestíbulo del hotel Westin Palace y permitía a los huéspedes elegir entre lingotes de oro de 24 quilates de uno, cinco o diez gramos. Además, daba la opción de comprar monedas fabricadas en este valioso metal.
El precio del oro en esta máquina no era fijo, ya que se regía por la cotización del mercado de Londres, variando así cada diez minutos; aunque lo mínimo que costaba un lingotito de un gramo era 50 euros. Desde luego, una máquina de vending solo apta para las carteras más gruesas. Su retirada tuvo lugar hace unos años debido a desacuerdos de contrato entre Gold to Go, la proveedora, y el hotel. Sin embargo, ciudades como Nuremberg (Alemania), Nueva York (EE. UU.) o Abu Dhabi (Emiratos Árabes) siguen repartiendo oro como si fueran barritas de chocolate a través de estas máquinas.
Vending de Libros en el transporte público
Al tiempo que aparecieron los Bibliometros en algunas paradas del suburbano madrileño —en total ahora hay 12—, en torno a 2005, también comenzaron a aparecer las máquinas expendedoras de libros. Estuvieron ubicadas en algunas estaciones como Nuevos Ministerios y Príncipe Pío y se mantuvieron al menos hasta 2018. La selección no era muy amplia y se centraba en best sellers. Ya no queda rastro ni de las máquinas, ni de la empresa que lo llevó a cabo.
España encabeza por debajo, habitualmente, las listas de los datos de lectura de Europa, tanto por comprensión como por gasto en libros y prensa. Aunque el transporte público se suele aprovechar para concentrarse en los libros, y así aprovechar el rato, esta iniciativa empresarial fue cuanto menos arriesgada.
La máquina de cachopos de Atocha
Suena a escena de película postpunk, a inocentada del periódico asturiano Nueva España o directamente a situación onírica. En 2016 desembalaron en Atocha la fantasía húmeda de cualquier paisano de la Pola: una máquina de cachopos. Por menos de 5€ podías elegir entre los diferentes tipos de cachopos disponibles: de pollo o de ternera y rellenos de jamón, queso, cecina, setas al ajillo o queso de cabra.
¿El nombre de la máquina? A la altura de las circunstancias, por supuesto. Cachopomatic.
Este artículo ha sido escrito a ocho manos por Alberto del Castillo, Isabel Nieto , Miguel Ortiz y Elena Francés.
Editor de la Revista Eventos En Red impresa y digital, con más de 15 años en circulación, nos caracteriza la multiculturalidad.