Una joven de EE.UU. comparte en Facebook la impactante historia de cómo este tipo de bebidas han cambiado la vida de su familia en menos de un año.
Hola, me llamo Brianna, y esta es mi historia”. Con estas palabras comienza el duro relato que ha publicado esta joven de Sacramento (EE.UU.) en su cuenta de Facebook para advertir a la gente, sobre todo a lo más jóvenes, lo que puede provocar una adicción a las bebidas 1energéticas.
Junto a extractos de su relato, adjuntamos las imágenes de la fotógrafa Sara Endres que quiso inmortalizar una parte de su día a día para acompañar las palabras que compartió Brianna en las Redes Sociales. En ellas se puede ver cómo, a pesar de las numerosas operaciones y la pérdida de parte del cerebro, Austin busca hacer vida normal junto a su mujer e hijo y reorganizar su actividad neuronal.
Brianna sabe lo que es el amor, ahora más que nunca: “No son las cosas pequeñas, ni las llamadas, ni las fechas o incluso los recuerdos. El amor es saber que serás capaz de sacrificar aquellas cosas que no te imaginarías nunca. El amor es desinteresado”.
Y es que Brianna tuvo que vivir la terrible experiencia que sufrió su marido cuando estaba a apenas unas semanas de dar a luz: “Se supone que estar embarazada es una de los viajes más apasionantes en los que te puedes embarcar. Estás creando una nueva vida y tanto mi marido como yo estábamos emocionados por conocer a nuestro pequeño, pero entonces sucedió lo peor”.
Una mañana la joven se despertó con la llamada angustiosa de su suegra:“Austin acababa de tener un accidente”.Lo que no sabían en ese momento fue que había sido por culpa de una hemorragia en el cerebro, ¿la razón?: “Los médicos descartaron drogas o sustancias tóxicas y achacaron la situación al reciente consumo excesivo de bebidas energéticas (un hábito que había adquirido cuando comenzó a trabajar en un turno de noche)”.
Tras la hemorragia, Austin fue operado en dos ocasiones. Dos duras intervenciones que mantuvieron a su marido enganchado a todo tipo de aparatos durante dos semanas y en las que Brianna decidió que no iba a darse por vencida.
Entonces, llegó el momento del parto: “No os voy a engañar, fue muy duro. Lo había planeado todo junto a él, que estuviera a mi lado en este importante momento. Iba a cortar el cordón umbilical, dar la bienvenida a nuestro hijo al mundo… No me encontraba bien. Pero en el mismo instante que yo daba a luz, Austin se despertó”.
Pasaron dos meses hasta que Brianna pudiera mostrar a su padre al hijo que habían tenido juntos y al poco tiempo pudieron irse a casa: “Nuestra vida no es normal. Hay muchas visitas al doctor y viajes al hospital, tantos que ya he perdido la cuenta. Pero seguimos luchando por ello. Me levanto cada mañana para encargarme de mi hijo y de mi marido: le preparo las comidas, hacemos ejercicio físico y de logopedia, le ayudo con su higiene, para que pueda andar… En cada aspecto de su vida estoy para ayudarle”.
“Mientras tanto cuido de mi hijo de 8 meses. Es muy duro y estoy muy cansada, pero estamos haciéndolo lo mejor que podemos. No es el mismo hombre del que me enamoré, pero estamos luchando para conseguir que vuelva y hacer que su vida sea mucho mejor. Algún día llegaremos allí. Porque el amor es desinteresado y lo amo más que a mi vida”.
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