Si internet fuera un país, tendría el sexto puesto por mayor consumo de electricidad en el mundo. Muchos de nosotros no imaginamos que con cada búsqueda, descarga de aplicación o envío de mensajes generamos un tipo de contaminación que no tiene ni olor, ni color, sin embargo, está ahí y su huella de carbono es lo suficientemente alta como para que no se hable lo suficiente de ella.
La contaminación producida por la fabricación de nuestros dispositivos tecnológicos y la obsolescencia programada es más conocida, sin embargo esto no comienza ni termina ahí; nuestro consumo digital diario es responsable de la emisión del 2% de los gases del efecto invernadero (esto es casi la mitad de lo que generan los aviones con un 5% de contaminación). La situación es cada vez más alarmante, de hecho, se estima que dentro de cuatro años la contaminación digital representará un 4% de las emisiones de carbono.
Esta contaminación se produce por la big data almacenada en los data centers (grandes salas encargadas de almacenar nuestros datos) que consumen una gran cantidad de energía y funcionan las 24 horas y los 365 días del año. Estos grandes espacios de almacenamiento de información suelen estar ubicados en zonas estratégicas que deben cumplir con una serie de requisitos. De esta forma, acceder a internet es conectarnos a gigantescos centros de datos lejanos, que a su vez, se interconectan entre sí, creando un largo y complejo ciclo de comunicación nunca antes visto en la historia. En España por ejemplo, las principales conexiones con la Red global están en Conil (Cádiz) y Estepona (Málaga), por donde pasan dos de los principales cables inter continentales. Otras conexiones importantes son las que pasan por los Pirineos y la conexión con Lisboa.
A pesar de esto, la buena noticia es que como usuarios de la red tenemos margen de decisión, y con pequeñas acciones diarias podemos reducir nuestro impacto en el medio ambiente. Seguro que llegado a este punto, te estarás preguntando de qué forma puedes aportar con un grano de arena en acciones diarias, aquí te daremos algunos consejos al respecto:
- Mide la cantidad de e-mails y mensajes que envías, intenta enviar un solo mensaje que contenga todo lo que quieres decir.
- Utiliza navegadores eco responsables como Lilo o Ecosia.
- Date de baja en las newletters que no leas, elimina los correos ya leídos, borra toda la información en tu email que ya no sea necesaria.
- Para enviar grandes archivos, elige un servicio de transferencia que utilice un enlace de descarga como Wetransfer.
- Deja de leer tus e-mails continuamente. Dedica solo un par de horas pautadas al dia para leer y contestar mensajes.
- Intenta comprimir los archivos que envías.
- Reutiliza tus búsquedas utilizando la barra de favoritos o el historial de navegación
- Elimina todas esas cuentas viejas que no usas y las aplicaciones innecesarias de tu teléfono.
- Pon un límite de uso diario a tus redes sociales usando alguna aplicación como Google Bienestar Digital.
- Intenta ver tus películas, videos o series en baja resolución.
Internet no se escapa de la ley causa/efecto. En líneas generales debemos ser muy conscientes de que cada click -acción a primera vista inmaterial- genera un efecto material inmediato en el ecosistema. Siguiendo estos consejos de forma individual podemos lograr un cambio colectivo, ¡No olvidemos nuestro poder como individuos y consumidores! Podemos aportar un grano de arena al ecosistema, empujar hacia nuevas políticas medioambientales y cuidar de nuestra salud física y emocional.
Miguel Rosero, editor de la revista impresa y online Eventos En Red. Profesional de la comunicación y la tecnología.