Ser un buen viajero low cost tiene sus pros y sus contras. Hoy se puede viajar por muy poco dinero a buena parte del planeta siempre que se esté dispuestos a seguir algunas reglas básicas pero imprescindibles.
1. Tenerlo claro: somos ‘low cost’
Y ser low cost implica renunciar a muchas cosas. Por ejemplo, a los hoteles y restaurantes de moda, a tomar algo en el aeropuerto (a precios desorbitados), a comprar comida y bebidas a bordo y a pagar servicios extra como la reserva de asiento. Antes de ponerse en marcha, hay que fijar un presupuesto máximo que no se debe superar pase lo que pase. Afortunadamente se cuentan con las líneas aéreas low cost, los hostels, cada vez más abundantes en grandes ciudades, el intercambio de casas, el alojamiento privado en todo el mundo, el couchsurfing y el turismo colaborativo en general. Son tiempos fabulosos para viajar con muy poco dinero.
2. Busque, compare y si encuentra algo mejor ¡cómprelo!
Esto es lo que proclamaba un famoso anuncio de detergente de hace muchos años, y ahora más que nunca vale también para los viajes. El viajero low cost debe buscarse la vida por sí mismo, en internet. A veces deberá sortear páginas complejas, conceptos que no se entienden muy bien y la amenaza de los cargos adicionales. Habrá que prescindir de los asientos asignados, el seguro opcional y otros servicios. Y muy importante: habrá que imprimir las tarjetas de embarque antes de salir de casa.
Afortunadamente esta es la era de los buscadores que permiten conocer en pocos segundos las mejores tarifas, las mejores combinaciones de vuelos, los extras de cada vuelo e incluso los aeropuertos que resultarán más cómodos para hacer escala. Dedicar un buen tiempo a buscar y comparar ahorrará dinero y muchos disgustos. Y hay buscadores para todo tipo de alojamiento:
- www.skyscanner.es
- www.trabber.es
- www.kayak.es
- www.jetcost.es
- www.momondo.es
- www.hostelword.com
- www.hostels.com
- www.hostelbookers.com
3. No ser esclavos del equipaje
La base de un buen viaje puede estar en llevar la maleta/mochila de las dimensiones adecuadas. Una maleta low cost no debería pesar más de 10 kilos, que se pueden llevar cómodamente sin tener que pagar el tan temido sobrecargo por equipaje adicional. En 10 kilos se puede almacenar todo lo necesario para pasar una semana y hasta 10 días sin problemas.
4. Aprender a renunciar: llevar solo lo estrictamente necesario
Hay que olvidarse de los “por si acaso” y meter solo lo imprescindible, aunque dependerá mucho de la época del año y el destino. Es necesario llevar la ropa más pesada puesta (abrigo, botas, pantalones vaqueros), y en el interior son básicas dos o tres camisetas, un jersey, algo para la lluvia, alguna otra prenda por si surge la necesidad de ir algo más arreglado, ropa interior y calzado de repuesto. Para el aseo solo lo más básico, en envases pequeños y sin incluir líquidos. Si no se viaja al fin del mundo, siempre se podrá comprar lo que haga falta en el destino.
5. No cargar con demasiada tecnología
Para muchos es casi imposible renunciar al portátil, el ipad y demás accesorios electrónicos, pero hay que tomar decisiones drásticas: o tableta o móvil y poco más; siempre hay que optar por lo más pequeño y ligero posible. Cuidado con las tarifas de móvil que pueden dar más de un disgusto.
6. Llevar a mano un kit de emergencia
No es raro que un avión se retrase, se pierda un vuelo o haya que dormir una noche en una estación o aeropuerto por algún motivo. Para situaciones difíciles no es mala idea llevar a mano una toallita, un saco, un cojín hinchable, el cargador del móvil, y algo de higiene personal. También puede ser muy útil tener cerca algo de lectura y si se quiere dormir, un antifaz. Y por supuesto, hay que procurar tener siempre a mano los documentos, dinero, tarjetas, móvil y medicinas imprescindibles.
7. Compartir es vivir
Se acabaron los tiempos en que había que pagar por todo. Ahora es posible intercambiar servicios con personas de todo el mundo. El turismo colaborativo es un hecho y se extiende no solo al alojamiento (couchsurfing, intercambio de viviendas, alojamiento a cambio de trabajo) sino también al transporte (coches compartidos) o incluso a las visitas por la ciudad con guías locales voluntarios o el disfrute de experiencias únicas. Existen cada vez más plataformas de intercambio que además nos permitirán contactar con los locales y tener experiencias más auténticas:
8. Viajar a contracorriente
El viajero low cost deberá elegir siempre que le sea posible destinos fuera de temporada. Es la única forma de aprovechar vuelos más baratos, conseguir hoteles a buen precio y sobre todo, de no encontrarse con masas de turistas. A cambio, irá cuando todos vuelvan, saldrá de madrugada o no podrá aprovechar el fin de semana completo. La recompensa es llegar a destinos increíbles por muy, muy poco dinero.
9. Aeropuertos secundarios para destinos de primera
Las grandes ofertas no suelen contemplar destinos como Nueva York, Londres o París. Y en caso de que se encuentren, no se llegará a los grandes aeropuertos sino a los secundarios, lejos del destino. Desde allí se viajará en autobús más de una hora o se pagará por un taxi más de lo que ha costado el vuelo. Pero merece la pena intentarlo. Lo mejor es aprovechar los vuelos-chollo a aeropuertos secundarios para descubrir otras ciudades que a priori no entraban en nuestros proyectos. Lyon, Toulouse, Berna, Faro, Oslo, Manchester, Liverpool, Agadir, Cracovia, Bristol o Friburgo.
10. Comer bien sin arruinarnos: supermercados, mercados ecológicos, ‘brunch’ y meriendas
¿Y la comida? En algunos países comer bien y a gusto puede desbaratar cualquier presupuesto low cost. Algunas buenas ideas son comprar en los supermercados y mercados locales o tomar un desayuno contundente que siempre resultará más barato que una comida o una cena para así aguantar mejor el día. Un brunch o la clásica merienda también pueden ser buenos sustitutos de comidas más formales y siempre pueden resultar más baratos. Y si hace buen tiempo, el recurso perfecto: un pícnic comprado en tiendas locales para disfrutarlo en el mejor parque de la ciudad.
Editor de la Revista Eventos En Red impresa y digital, con más de 15 años en circulación, nos caracteriza la multiculturalidad.